"Allí estaba, en un lugar que se me antoja como desgastado por el tiempo, el Monte del Pilar. En el que, sin embargo, viví experiencias increíbles. Hábitat de muchas especies de animales y vegetales, que durante unos años fue lugar de convivencia para diferentes grupos de niños. Siempre desde el compromiso por el respeto al medio, pasamos días de ocio con actividades variadas, a veces duros, pero siempre memorables, para recordar con mucho cariño.
Aquí donde una vez hubo una gran carpa que acogió, abrigó a muchos menores, en plena convivencia con la naturaleza; aprendimos sobre conceptos tales como el reciclaje, la importancia del suelo o el agua y que, se puede disfrutar, respetando el medio y a los demás. En este asombroso lugar, también aprendimos a cuidarnos, a compartir, convivir y ser más tolerantes. Bajo diferentes temáticas, a lo largo de varios años, tuve el orgullo de organizar diferentes turnos de una semana.
En ese caminar hacía el día a día, también vivimos momentos muy duros. Como el año en que sufrimos, en uno de los turnos y en plena noche, una intoxicación colectiva; que forzó a la suspensión del campamento y al traslado de la casi totalidad del grupo de participantes y monitores a centros sanitarios. Fue muy duro, ver como los menores iban debilitándose entre vómitos y diarreas. Y a la vez, gratificante, ver la fortaleza con la que nos unimos y nos organizamos para apoyar a los más débiles. Todo acabo bien, y pudimos volver a reunir al grupo, para reconocerles esa capacidad de superación y cerrar, formalmente, la experiencia del campamento.
En otra ocasión, nos sorprendió un temporal de agua y viento, en plena noche. Afortunadamente, todavía no estábamos durmiendo. La primera reacción fue poner a salvo a los niños, reuniéndolos en una zona de la gran carpa. Con lo que no contamos, es que la fuerza del viento pudiera provocar la caída de una de sus barras de sujeción. Que, desgraciadamente, golpeó a uno de los menores. Afortunadamente, quedó en un susto; y se formalizó el traslado de todo el grupo a un local cercano, por el riesgo de derrumbe total y ante el empeoramiento del tiempo. Allí, acabamos de pasar la noche. Transformando una vivencia negativa, en una experiencia única, en la que una vez más, la unidad en el grupo y la cooperación jugaron un papel relevante.
Dos experiencias que, ni por asombro, sospeché que me podrían suceder en el mismo lugar, aunque en años diferentes. Lejos de ser negativas, me ayudaron a madurar en el deseo de seguir un recorrido que hacía años ya había iniciado. Fueron días felices.
Hoy, en ese camino de la vida, los momentos difíciles se siguen sucediendo. En medio de una pandemia, intento mantener ese ánimo, ese aliento necesario para seguir el recorrido con destinos tan inciertos como, seguramente, sorprendentes. Pero una cosa es segura, me quedo con tantas vivencias que me han sabido remover el corazón y la sola idea de seguir aprendiendo. Eso, siempre. Viviendo, quien sabe que nuevas aventuras. Después de todo, ¿en eso consiste la vida?"
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